En este sencillo relato, tomado de la novela Demian del escritor Hermann Hesse, se representa cabalmente un acto de persuasión. Todas las cosas pueden ser dichas de muchas maneras, y sólo el joven protagonista es responsable de prestar atención a Demian de un modo tan penetrante, tanto como de reconocer en las ideas de su ocasional amigo un valor, una manera de ver superior a otras. No se interpuso una obligación, ni una amenaza. Nada de lo ocurrido, ni lejanamente, tuvo semejanza con la coacción. Fue un acto libre, simplemente se dejó persuadir.